¡Efectivamente! Tener claro cuál es nuestro tipo de inteligencia emocional nos conduce a una mejor toma de decisiones no sólo dentro del ámbito personal, sino también dentro del profesional / laboral.
Por ende, haciendo un análisis exhaustivo de nuestras cualidades, capacidades, habilidades y comportamientos, podemos sacarles mucho provecho al momento de hacer la elección del rubro que vamos a desarrollar.
En otras palabras, ese instante en el que decidimos emprender es sumamente importante, pero más lo es cuando sabemos ¿en qué vamos a emprender…?
¿Qué hacer cuando comenzamos a dudar?
Es normal que las dudas nos invadan. Ante esta situación, hagámonos un par de preguntas:
-¿Nos estamos dejando llevar por las emociones?
-¿Nos estamos direccionando hacia donde queremos ir?

Partiendo de allí, debemos comenzar a entender que las emociones juegan un papel preponderante, y en ese sentido, procurar aprovecharlas al máximo.
Entonces, de acuerdo con Daniel Goleman, (reconocido psicólogo estadounidense famoso gracias a su obra “La Inteligencia Emocional”), la inteligencia emocional se divide en dos: Inteligencia personal e inteligencia interpersonal.
Inteligencia personal
Son personas que poseen un sorprendente poder de autocontrol, pero que también reconocen sus fortalezas y debilidades.

¿A qué pudieran dedicarse?
Estas personas suelen tener mucha paciencia y creatividad, y pueden dedicarse a desarrollar las siguientes áreas:
-Ciencias.
-Restaurantes.
-Creación de contenidos.
Inteligencia interpersonal
Estas personas tienen una amplia capacidad de relacionarse sabiamente gracias a su don de sentir empatía por los demás.

¿A qué pudieran dedicarse?
Estas personas parecen haber nacido con un don para:
-Salones de belleza.
-Gimnasios.
-Agencias de festejos.
-Tiendas.
No obstante, en muchas ocasiones la práctica vence a las ideas teóricas, por lo cual, si amamos algún oficio, podemos llevarlo a cabo sin que nada nos detenga Lo importante es hacerlo bien a fin de destacar en todas las áreas.